Móviles perpetuos (I) : un cuento de invierno

Introducción

Hace ya tiempo que organicé la porra #eupatent con el reclamo de un móvil perpetuo. Aunque todavía no descarto que con la incorporación de Italia se revisen al alza las tasas anunciadas, parece claro que el ganador fue Benjamín Martínez. Dado que, por las razones que veremos a continuación, no me es posible producir dicho artilugio, espero que el ganador se contente con una serie de artículos dedicados a la (no) patentabilidad de los móviles perpetuos.

Esta serie comienza con una pequeña anécdota que me sucedió gracias a un colega funcionario y mejor actor.

Un cuento de Navidad

En mis tiempos en la OEPM, como examinador o jefe de servicio, no recibía normalmente a ciudadanos con cuestiones genéricas sobre patentes. De hecho, con el cambio de sede la OEPM instauró la cita previa obligatoria para concertar una reunión con un funcionario en concreto, normalmente sobre alguna solicitud de patente determinada.  Por otra parte, una de las cosas que más me molestan a mí (y supongo que al resto de seres humanos) es que surjan marrones justo cuando te dispones a apagar el ordenador. Por ello, cuando, un 2 de enero a las 14:29 con una ligera resaca todavía, oí llamar a la puerta de mi despacho, me sentí tentado a esconderme en el armario. No obstante, articulé un adelante y apareció un señor un tanto peculiar. La conversación fue más o menos la siguiente:

+ Buenas tardes, ¿tiene usted formación técnica?

– Creo que sí. Soy ingeniero industrial.

+ Ah, muy bien, es que en actuaciones administrativas me han dicho que ellos no entienden de cosas técnicas y me han dado sus datos.

(Para acceder a actuaciones administrativas no era necesaria la cita previa. En ese momento intuí, y luego confirmé, la identidad del amable colega que hábilmente se había quitado el marrón de encima)

– Ajá, bueno, ¿y de qué se trata?

+ Verá, ¿tiene un papel? Mire, por esta rueda entran 70 CV y con mi sistema consigo que por esta otra salgan 71 CV.

mp

– Ya, sin aportar energía al sistema, ¿verdad? Sabe que eso viola el primer principio de la termodinámica

(Y, como diría Homer, ¡en esta oficina obedecemos las leyes de la termodinámica!)

+ Claro que lo sé, pero yo lo que necesito es averiguar donde está el Priorato de las Patentes.

(Estupor peripatético en mi cara)

– ¿Cómo?

+ Sí, el Priorato. Aquí en la Oficina de Patentes deben de saber dónde está.

– Pues…no, la verdad. La OEPM depende del Ministerio de Industria y eso está en Cuzco, un poco más al norte por la Castellana.

+ Bueno, da igual. Yo quiero ofrecer mi invento al Gobierno de España antes que a una potencia extranjera y necesito ayuda para probar mi invento.

– ¿Quiere una patente o una subvención?

+ Las dos cosas. Lo ideal sería probarlo en una zona con poca población porque el sistema emite microondas de alta intensidad.

– ¿Los Monegros, por ejemplo?

+ Sí, eso estaría muy bien.

– Pues ya lo siento, pero no le puedo ayudar con lo de Los Monegros y me temo que su invento no es patentable.

+ ¿Por qué no? ¡Mi invento funciona!

– Lo sentimos, pero si su invento viola el primer principio no se puede patentar por falta de aplicación industrial.

(O también por falta de suficiencia en la descripción)

+ ¿Por falta de aplicación industrial? Pero, ¡si no saben si funciona o no! ¡Yo quiero demostrar que funciona!

– Claro, si demuestra que funciona lo patentamos, pero la OEPM solo tramita patentes, no ayuda a hacer prototipos o a probar que funcionan. Quizás en el Priorato que menciona le podrían ayudar más que aquí.

+ Ah, qué bien. Por cierto, ¿me puede enseñar las patentes de Einstein?

—xxx—

¿Por qué estaba tan seguro de que lo que el señor me estaba proponiendo no podía funcionar como él me decía?

En el límite podría haber tolerado un móvil perpetuo que no consumiera ni generara energía: un aparato con partes móviles que se mantuvieran indefinidamente en movimiento por ausencia de rozamiento (móvil perpetuo de segunda especie). Y lo hubiera tolerado, porque tendría que haber sacado a relucir que violaba el segundo principio de la termodinámica y eso hubiera empeorado mi dolor de cabeza.

Ahora bien, un móvil perpetuo que, además, generara energía..(móvil perpetuo de primera especie). Por ahí no podía pasar…

No se trata de una  fe ciega en los principios de la termodinámica. La evidencia juega en su favor: no se conoce un ejemplo que los refute y todos los supuestos móviles perpetuos se habían revelado en última instancia como fraudes.

Por otra parte, en esa época acababa de leer «Física de lo imposible«, de Michio Kaku, que enumera una serie de «tecnologías» agrupadas en grado creciente de imposibilidad:

  • imposibles con la tecnología de hoy, pero son compatibles con la física que conocemos y que podrían materializarse en menos de un siglo. Por ejemplo, capas de invisibilidad.
  • en el limite de la física que conocemos y que no podrían materializarse antes de un milenio. Por ejemplo, viaje en el tiempo.
  • violan la física que conocemos. Solo se le ocurrían dos cosas a Michio: precognición y nuestros queridos móviles perpetuos.

Además, las Directrices de Examen de la EPO indican claramente que los móviles perpetuos no se pueden patentar:

Occasionally applications are filed in which there is a fundamental insufficiency in the invention in the sense that it cannot be carried out by a person skilled in the art; there is then a failure to satisfy the requirements of Art. 83 which is essentially irreparable. Two instances deserve special mention. [..]. The second instance is where successful performance of the invention is inherently impossible because it would be contrary to well-established physical laws – this applies e.g. to a perpetual motion machine. If the claims for such a machine are directed to its function, and not merely to its structure, an objection arises not only under Art. 83 but also under Art. 52(1) in that the invention is not «susceptible of industrial application» (see G‑III, 1).

Por tanto, eran tan abrumaduras las pruebas en contra que no sentí remordimiento en cerrar el ordenador y remitirle amablemente al señor a Espacenet, donde podría encontrar todas las patentes de Einstein.

 

1 Responses to Móviles perpetuos (I) : un cuento de invierno

  1. Benjamín Martínez dice:

    Muchas gracias Francisco! Esta porra si que me hace ilusión ganarla! De todas maneras no descarto que, dado el volumen de patentes de movimiento perpetuo que se presentan, aunque sea sólo por probabilidad, alguna consiga rebatir el primer principio de la termodinámica jajaja
    Y por cierto, el artículo muy bueno y muy acertado. Al fin y al cabo es algo con lo que tenemos que convivir todos los días, pero que curiosamente aún sorprende. Vamos, como en la música es un buen clásico. Este verano pasado leí un paper bastante curioso que justo examinada, entre otras cosas el nivel de patentes de este tipo en el siglo XIX en Inglaterra y me sorprendió que pudiera llegar al 10% en el área de patentes de máquinas de vapor MacLeod et al. (2003) “Evaluating inventive activity: the cost of nineteenth-century UK patents and the fallibility of renewal data”.
    Pero lo importante, enhorabuena y muchas gracias por el premio! jajaja que no me resigno a recibirlo un día.

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